martes, 23 de junio de 2009

COCTEL DE COCO


En una noche de lluvia, oscura, entre nubes grises, alcanzábamos a visualizar algo de la luna. Estábamos en el mirador d la bahía de San Cristóbal, tomándonos un coctel de coco y riéndonos de aquellas anécdotas que hacíamos cuando jóvenes y niños.
Ya nos dolía el estomago de tanto reírnos y fue ahí cuando Roberto dice: guarda estomago que aun falta la peor; recuerda la noche de hallowen cuando casi matamos a Noelia del susto. Me acorde que ese día dure toda la tarde organizando mi traje para ser la mejor de la fiesta: me vestí de fantasma. La fiesta era en la casa de Margot, pero antes de irnos nos reunimos el parche de siempre: Ana, Lucas, Camila, Jesús, Cristian, Sofía, Bernardo, angélica, Jacinto y obviamente Roberto; en la casa de Camila para tomar algunas fotos y dejar como recuerdo.
A las 11 y media tomamos un taxi hacia la casa de Margot, cuando llegamos, más que una fiesta, parecía un velorio; le subimos el volumen a la música y prendimos la fiesta. Empezamos a bailar en parejas, a mi me toco con el “loco de las lámparas” realmente se llamaba Lucas; pero le decíamos así, porque tenía el vicio de subirse en las lámparas de la plaza central y gritarles a las pobres viejitas: “cógele, cógele el bolso” las pobres creyendo que eran ladrones no dejaban ni el polvero, solo se les veía el bastón meneándoseles para todos lados; mientras tanto nosotros en la tienda de don Teodoro, ya que nos orinábamos de la risa.
Estábamos en plena pachanga, bailando mi canción; “Pedro navaja” hay por la esquina del viejo barrio lo vi pasar con el tumbao que tienen los guapos al caminar las manos siempre en los bolsillos de su gabán……………entre coro y coro y vuelta y vuelta, alcance a ver de reojo, al pie de la mesa de la comida al amor de mi vida. El “papacito de Mauricio”, aquel hombre alto, flaco, de ojos claros, y esa sonrisa que era su mayor encanto; con solo hacerme ojitos me enloquecía y hacia que me temblaran las piernas. Se fue acercando poco a poco a donde yo estaba; y le dijo a Lucas que el ya había bailado suficiente conmigo que compartiera; en ese momento se acabo la canción y empezó un vallenato. Me tomo de la cintura y yo le puse mis brazos sobre el cuello. Con el ritmo de la canción me susurraba la letra en el oído y al mismo tiempo me decía que estaba muy linda.
Para mí el resto del mundo desapareció, solo existíamos los dos, estábamos en las nubes ¡o por lo menos yo! No sé él. Todo iba bien hasta que llego la odiosa de “Noelia” nunca la olvidare, aquella jovencita alta, blanca, de cabello negro y ojos oscuros, que se creía la mejor de todas, y lo peor es que todas la muchachitas de nuestra época querían ser sus amigas; y ahora recordándola bien me doy cuenta que simplemente era una fea bien arreglada. Llego a lucirse como siempre, a modelarles a todos los chicos de la fiesta, a por ciero iba vestida de conejita play boy, y pues a causar problemas, eso nunca faltaba en fiesta a la que llegaba.
Para desgracia mía, a ella también le gustaba “Mauricio”, por lógica se dirigió hacia él y lo invito a bailar, y el maldito sin dudarlo me echo a un lado y empezó a bailar con la coneja barata esa. Para no quedar en ridículo empecé a bailar sola pero fue peor porque todo mundo empezó a mirarme como si estuviera loca.
Eso fue la muerte para mí, porque me di cuenta que el niño que creía mi príncipe azul solo buscaba un par de pierna y una buena delantera. Me senté a lado de la mesa de la comida, donde estaban todas las solteronas feas del cole, haciendo fila para que alguno se compadeciera y las invitara a bailar así fuera una pieza. Me hice al lado de “Beatricita” así la llamábamos por cariño y otros por pesar; era delgada, con frenillos, ojos saltones, con joroba en la espalda. Ella era consciente de su fealdad, pero siempre llevaba su humor por delante y hacia reír a todo el que se le cruzaba. Con sus chistes baratos me subió un poco el ánimo, aunque muy en el fondo aun seguía desilusionada.
Fuimos interrumpidas un momento por Cristian, estaba haciendo la famosa “vaca” (recogiendo dinero para las bebidas); mientras cris me hablaba note que entre la gente de la pista ya no estaba Mao ni Noelia: le dije a Betty que iba un momento al baño para fijarme donde estaban –cabe aclarar que era por simple curiosidad- Salí a la calle, mire para todos lados pero no vi a nadie; cuando iba entrando a la casa note que la luz de el cuarto de Margot se encendió, sin dudarlo subí corriendo sin que nadie se diera cuenta. La puerta no estaba completamente cerrada, en el piso se reflejaba un pequeño hilo de luz, por un momento me arrepentí de ver lo que ya sabía que estaba pasando, pero luego un impulso me hizo asomar mis narices en la puerta, -y si era lo que me imaginaba- estaban tan fundidos y llenos de pasión que solo se veía uno solo; me sentí tan traicionada, que quería irle hacer reclamo y preguntarle porque me era infiel, pero me acorde que nunca había tenido nada con él; lo que pasaba era que estaba tan enamorada que sentía que él me pertenecía y solo era mío.
Baje esas escaleras lo más rápido que pude y salí de la fiesta sin despedirme de nadie; corrí y corrí por las calles de San Cristóbal quería llegar a un lugar muy especial, a ese donde no llegan los rayos de la luna. Pero hasta ahí llego la búsqueda de mi lugar especial, porque llamo mi papa a avisarme que acababa de pasar el nacimiento de mi nueva hermanita, que no me preocupara que siguiera divirtiéndome,-si hubiera sabido lo que me pasaba-.
Después de la llamada me calme un poco, y decidí volver a la fiesta con la frente en alto, lo primero que vi cuando llegue fue la pareja de la noche –me imagino que ya saben quienes son- estaban tan enganchados que ni siquera se dieron cuenta que yo llegue.
Camila fue a hacerme reclamo y preguntarme donde estaba, la vi un poco angustiada y le explique lo que había pasado, después de eso me entendió, y pues me lleve la gran sorpresa cuando dijo: que eso no iba a quedar así; le dije que me explicara, solo me respondió que esperara.
Paso como una hora y nada, todo estaba tranquilo, todo el mundo bailando y empachan gado, la conejita ya cansada de tanto baile, fue a la mesa de comida, sirvió algo de tomar y luego se sentó. Y el bobo de Mauricio detrás de ella, y pues obviamente la fulana contenta porque había logrado su cometido de la noche. Pasaron como 15 minutos y la parejita hay sentada hablando y echando carcajadas que se escuchaban en toda la fiesta.
Me canse de esperar y fui a bailar con Jesús “el cieguito de la plaza” así le decíamos, porque cuando no tenía dinero para irse de rumba, se vestía de mendigo y Bernardo siempre le prestaba el bastón del abuelo para que se hiciera pasar por ciego, y así poder pedirle monedas a la gente. Estábamos bailando la ventanita esa que dice: desde que me dejaste la ventanita del amor se me cerró, desde que me dejaste las azucenas han cambiado su color. Pero la coneja barata como siempre nos daño el baile, empezó a gritar como loca porque no se podía levantar de la silla. Con mi mirada busque a Camila, que con un solo gesto, uno de burla, de venganza, me explico todo lo que estaba pasando.
La pobre Noelia no sabía qué hacer y pues el bobo de Mauricio tampoco sabía cómo calmarla, estaba tan angustiado y desesperado –aun creo que estaba más asustado que la coneja-, el pobre sin pensar la jalo con todas sus fuerzas para despegarla de la silla, y lo logro, pero su alegría termino cuando se dio cuenta que los pantalones habían quedado pegados a la silla y su nueva noviecita estaba en ropa interior. Su paga fue una cachetada, que se escucho en toda la casa. Y Noelia estaba tan avergonzada que lo único que hizo fue salir corriendo, así en cucos sin importarle nada. Después nos esteramos que se había ido de vacaciones por un largo tiempo a Miami.
Si que nos divertimos esa ves Roberto. Pobre muchacha todo eso por ser tan chicanera. Después de esto “bert”, siempre le dije así de cariño, recibió una llamada importante y se tuvo que ir. Quede solo con la compañía de mi coctel de coco.

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